Investigado y escrito por EmpowerLlc, Coffe Watch y ProDesc / I Parte
Chiapas, México.- En las montañas de Chiapas y Veracruz, donde el café mexicano crece en abundancia, se oculta una cruda realidad que los consumidores de Nestlé y Starbucks nunca ven ven sus elegantes tazas de café. Mientras estas corporaciones globales continúan su expansión bajo el velo de la sostenibilidad y responsabilidad social —una publicidad engañosa que daña a los consumidores—, los caficultores que sostienen sus cadenas de suministro sufren bajo prácticas opacas, violaciones a sus derechos humanos y una marginación sistemática que perpetúa la pobreza en las comunidades rurales.
Este reporte pone al descubierto cómo Nestlé y Starbucks, a través de intermediarios y certificaciones cuestionables, consolidan un sistema que favorece el control corporativo a expensas de los pequeños productores, en estrecha alianza con secretarías e instancias del Gobierno mexicano. Ni Nestlé ni Starbucks reconocen el peso que tienen en su cadena de suministro las grandes comercializadoras como ECOM Agroindustrial Corp. Limited (ECOM), Neumann Kaffee Gruppe (NKG) y Louis Dreyfus Company B.V. (LDC), que no sólo dominan el mercado mexicano del café, sino que también ejercen un poder desmedido sobre las condiciones de producción y las vidas de los trabajadores.
Esta investigación revela que tanto Nestlé como Starbucks han desarrollado certificaciones propias —4C y C.A.F.E. Practices, respectivamente—, en teoría orientadas a garantizar la sostenibilidad. Sin embargo, estos programas terminan excluyendo a los pequeños productores, quienes no pueden cumplir con requisitos impuestos por las mismas empresas que dominan el mercado. Detrás de la fachada de sostenibilidad, se busca esconder a los caficultores atrapados en un ciclo de deudas, precios injustos y prácticas laborales abusivas, sin posibilidad de vender sus productos fuera de este esquema.
En las entrevistas con caficultores, se evidencia la desesperación de quienes, con hectáreas limitadas y recursos escasos, se enfrentan a un mercado que penaliza la pequeña producción y recompensa la cantidad sobre la calidad. Sus relatos exponen un sistema donde la deforestación avanza sin control, impulsada por la expansión de cultivos de café más productivos, pero ambientalmente destructivos, como el robusta, que Nestlé ha promovido en su búsqueda incesante de café barato para sus productos solubles a costa del ecosistema y de la sostenibilidad de un sector tan relevante para la economía mundial.
El Plan Nescafé es la principal iniciativa de Nestlé para supuestamente sostener la producción de café en México y fomentar su sostenibilidad —iniciativa que ha contado con amplio apoyo económico y político del Estado mexicano, con toques de corrupción—.
Presentado como una iniciativa de apoyo directo a los caficultores, ha demostrado ser un instrumento más de control corporativo, en donde los beneficios reales se concentran en las manos de unos cuantos, dejando a los pequeños productores en la ruina.
La complicidad del Estado mexicano en estos procesos —a través de actores clave y financiamiento estatal a favor de las corporaciones— refuerza un sistema que pone en riesgo tanto el tejido social como el medio ambiente de estas regiones. Las certificaciones y alianzas estratégicas con instituciones del Estado, como el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y empresas intermediarias y acaparadoras como ECOM, sólo han servido para legitimar prácticas que profundizan la dependencia de los productores en estos gigantes corporativos, sin ofrecer verdaderas mejoras en sus condiciones de vida.

Starbucks, por su parte, ha logrado posicionarse como un líder global en la venta de café a través de sus cafeterías, proyectando una imagen de compromiso con la sostenibilidad, trazabilidad de su cadena de suministro y apoyo a los productores. Sin embargo, la realidad es otra: detrás de sus promesas se oculta el control corporativo de las plantas, los precios, las certificaciones, las políticas sociales y, finalmente, la calidad del café que compran los consumidores. El programa C.A.F.E. Practices, que Starbucks presenta como una garantía de responsabilidad ambiental y social, promueve prácticas de publicidad engañosa, corrupción y opacidad al utilizar grandes comercializadoras —que facilitan violaciones a los derechos humanos y explotación laboral— y al borrar la realidad de su cadena de suministro en un enorme aparato de mercadotecnia y greenwashing.
Los caficultores entrevistados señalaron que, a pesar de cumplir con los requisitos del programa, los beneficios no llegan a sus comunidades y son acaparados por las comercializadoras —que continúan ejerciendo un dominio desproporcionado sobre los precios y las condiciones de compra, dejando a los productores atrapados en un ciclo de pobreza y vulnerabilidad—.
Para alinear el sector cafetalero con los compromisos internacionales y avanzar hacia metas globales como las del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD) y el Acuerdo de París, es fundamental una transformación profunda de las prácticas corporativas y estatales en México.
Estos acuerdos internacionales buscan:
*Proteger la biodiversidad y mitigar el cambio climático, objetivos que se ven amenazados por la deforestación impulsada por la expansión de cultivos de café no sostenibles, como el robusta, en regiones vulnerables;
*Implementar agroforestería y prácticas regenerativas, que promuevan ecosistemas resilientes y favorezcan tanto a los pequeños caficultores como a los ecosistemas locales; y
*Comprometer a las empresas a alcanzar una trazabilidad real y verificable de sus cadenas de suministro, similar a los estándares de transparencia exigidos en otras industrias con altas implicaciones ambientales, y redirigir sus políticas hacia un precio de ingreso digno para los productores.
Más que nada, este reporte es un llamado urgente a la acción. La falta de transparencia, explotación laboral, publicidad engañosa y violación del marco internacional que aquí documentamos requieren una respuesta inmediata. Este reporte busca despertar consciencia y movilizar a gobiernos, consumidores y a la sociedad civil para exigir responsabilidad a estas corporaciones, transparencia en sus cadenas de suministro y el fin de las prácticas de greenwashing. En lugar de perpetuar este sistema de opresión, es urgente rediseñar el futuro del café mexicano con justicia y equidad, permitiendo que los pequeños productores recuperen el control sobre su producción y se beneficien realmente del fruto de su trabajo.
Es hora de que se exija transparencia, justicia y un cambio radical en la forma en que se gestionan las cadenas de suministro del café en México y en el mundo. Nestlé y Starbucks deben rendir cuentas, y los caficultores, junto con sus comunidades, deben ser liberados de un sistema que, hasta ahora, sólo ha servido para explotar y marginarlos.
La transparencia y rendición de cuentas por parte de las empresas de café, incluyendo el cumplimiento con nuevas normas en materia de debida diligencia en cadenas de suministro, son sumamente urgentes. Es el momento de romper el ciclo de opresión y de redefinir el futuro del café mexicano, asegurando que cada grano que se cultiva y se vende, lo haga con justicia, equidad y respeto por quienes lo producen y por el medio ambiente que lo sustenta.